Ambos lo sabemos,
si adoras a un dios, necesitas
sólo un enemigo.
Yo no soy el enemigo.
Sólo una treta para ignorar
lo que ves que sucede
aquí mismo en esta cama,
un pequeño paradigma
del fracaso.
Las nubes permanecen inmóviles mientras avanzamos de manera oblicua sobre el tiempo. Nuestro iris se enfrenta a tanta belleza con el dolor del olvido. Las lágrimas del sufrimiento dejan a la vista la realidad. Y el hombre, solo sobre el barro, busca un interlocutor. Amigo o enemigo. Requiere respuestas. Circularidad.
Éste, el jardín de flores y plantas, el paraíso, es hostil para el se humano. Aquí el poeta es un jardinero extasiado por la ornamentación. Amor. Libertad. Tiempo. Poco para un poeta que pretende trascender a todo ello. Somos tan iguales a nosotros mismos. Tan semejantes a la nimiedad. Al viento que se lleva el viento. A la luz que desaparece al atardecer. Siempre huyendo de la oscuridad hasta volver a dejarnos seducir por su sombra.
Louise Glück nos presenta un vergel, donde el hombre dialoga con un dios creado para satisfacer culpa y conciencia. Un dios omnisciente que nos pretende nuestra reflexión sobre la existencia. Unas flores cuya belleza se enfrenta a la nuestra. Un poema tras otro componiendo la esfera de un río cada más tenebroso.
“Los seres humanos deben aprender a amar la oscuridad y el silencio”.
VIENTO EN RETIRADA
Cuando os hice os amé.
Ahora me dais lástima.
Os di todo aquello que necesitabais:
lechos de tierra, mantas de aire azul.
Cuanto más me alejo de vosotros
más claramente os veo.
Vuestras almas deberían ser inmensas,
no lo que son ahora,
pequeñas cosas parlantes.
Os concedí todos los dones,
el azul matinal de primavera,
tiempo que no supisteis usar;
pero queríais más, el único don
reservado para el resto de criaturas.
Aunque lo anhelaseis,
no os hallaríais jamás en el jardín,
entre las plantas que crecen.
Vuestras vidas no son como las suyas, circulares:
vuestras vidas son como el vuelo del ave
que comienza y termina en la quietud;
que comienza y termina como un eco
de este arco que va desde el blanco abedul
al manzano.
Gluck nació en la ciudad de Nueva York y creció en Long Island. Se licenció en 1961 por la George W. Hewlett High School en la ciudad de Hewlett, Nueva York. Posteriormente asistió al Sarah Lawrence College en Yonkers (Estado de Nueva York), y a la Universidad de Columbia. Ganó el Premio Pulitzer de poesía en 1993 por su poemario The Wild Iris (El Iris Salvaje). Ha recibido también el National Book Critics Circle Award por Triumph of Achilles, el Premio de la Academia Americana de Poetas por Firstborn, así como numerosas becas Guggenheim. En este momento vive en Cambridge, Massachusetts, y desarrolla actividades de docencia en el departamento de lengua inglesa del Williams College en Williamstown, Masachusetts. De forma paralela, imparte clases en la Universidad de Yale.
Obra poética, premios y becasEditar
Louise Glück es autora de once libros de poesía, entre los que se incluye Averno, The seven ages, Vita Nova, por el que fue galardonada con el Premio de Poesía de The New Yorker, Meadowlands, The Wild Iris (El iris salvaje), que recibió el Premio Pulitzer de poesía y el Premio William Carlos Williams de la Poetry Society of America, Ararat que recibió el Premio Nacional de poesía Rebekah Johnson Bobbit; y The triumph of Achiles que recibió, entre otros, el National Book Critics Circle Award. ‘The First Four Books es una compilación de su poesía temprana.
También ha publicado una colección de ensayos, Proofs and Theories: Essays on Poetry(1994) que ganó el PEN Martha Albrand Award for Nonfiction. La editorial Sarabande Books publicó en formato de bolsillo un nuevo poemario constituido por seis partes, titulado October. En 2001 la Universidad de Yale concedió a Louise Glück su Bollingen Prize premio de poesía que concede de forma bienal a un poeta destacado por su obra. Entre otros galardones y honores se incluyen el Lannan Literary Award, el Sara Teasdale Memorial Prize, la Medalla al mérito del MIT y diferentes ayudas y becas a la creación de instituciones como la Guggenheim y la Rockefeller.
Solo esto podría ser posible
Quiero nace entre la duda del hombre el ser nacido lo puede transformar en amor a la humanidad y dedicarle su vida al poema nacido del alma, podría ser esto un accidente que Dios le concedió para su eterno sentimiento