“A menudo me visita el pájaro de la alegría
para recordarme mi libertad”.
Los versos deJulia Otxoa son el lento aleteo de una mariposa blanca que desobedece a la agudeza visual de una acostumbrada mirada. Sus versos nos hacen cómplices de un instante de luminosidad que genera percibir la realidad sin la prisa que la sociedad fábrica para nosotros. No urge pasar la página.
Abandonamos himnos y estandartes. Nos despojamos del peso de los superfluo y nos adentramos entre las nieblas de lo invisible.
“Ante el caótico ruido del mundo,
siento la necesidad de centrarme en lo leve,
lo sutil, lo aparentemente insignificante,
aquello que no brilla
y no es voceado por los vendedores del uso.
La poesía de lo invisible”.
Aquí, en lo indómito del territorio poético, donde la palabra invita a la contemplación
silente de la belleza y de los interrogantes del tiempo,
la vida se concibe como la rueda de un asombro continuo:”Sé que moriré extranjera”.
Siete de la mañana, todavía no ha amanecido,
desfilan por las vacías calles los nacionales espectros.
Atravieso el puente de la Avenida de la Libertad,
levanto los ojos al cielo,
allí está Marina Tsvietaieva ahorcada de una estrella.
Oscila su cuerpo en la oscuridad,
péndulo del reloj de nuestros días.
Esa lentitud de luz ya nos lleva a leerlo.
Muchísimas gracias por esta hermosa reseña de mi lentitud de la luz,la acabo de leer.Julia Otxoa
Es lumínico e inspirador.Espero conocerte pronto, Julia.