“Hizo de todos sus tropiezos una bella coreografía”.
El aforismo es un género adictivo. Imposible hacer caso a la propuesta del título. Aquí, la sobredosis es necesaria. El humor, el pensamiento urbano, el literario, la autocrítica (o sólo la crítica), el canon de la ignorancia y sobre todo, la denuncia contra el postrero poético, pueblan las páginas, embellecidas por las ilustraciones de Pablo Gallo.
Los buenos aforistas son gente que se toma muy en serio el humor, y emplean de manera magistral la ironía, para mostrarnos con ello la imagen de un espejo que nos es esquivo.
Juan Manuel Uría es uno de los grandes de este género por aforismos propios.
Disfruten y sonrían.
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-Dirigir los aforismos a la cabeza de unos, al corazón de otros, al mentón de aquel.
-Escribir como se boxea, sabiendo encajar los golpes y dando duro cuando toca, hasta acabar algo sonado pero satisfecho, victorioso, en una esquina del ring.
-Hay poetas a los que les quitas los adjetivos y se quedan en nada.
-Se puede tener razón y no usarla en absoluto.
-Hay cruces de miradas sin señalizar, muy peligrosos.
-Patriota, ese hincha con un estadio un poco más grande.