RÉQUIEM (fragmento)
He amado siempre escuchar los ruidos del mundo:
el zumbido dorado de la abeja en el estiércol,
el día estrepitoso y el viento vagabundo.
Los navíos silban. Es hora de partir.
Toda puerta cerrada es un puerto que abre
el viento triunfante que desgarra el océano.
He amado siempre la luz del sol estropeado
que anida en los manglares, la luz fluvial del día
sobre las dunas que de noche caminan en el horizonte.
Quien tiene la llave de los sueños abre cualquier puerta.
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